La
Ranita con vestido
En un bosque donde la señora magia siempre iba a descansar, había
un hermoso estanque, estaba lleno de muchas ranitas, ellas vivían muy felices y
siempre estaban riendo, sus alegres carcajadas se escuchaban hasta el último
rincón. La señora magia, siempre se sentaba cerca del estanque en un árbol
hermoso y frondoso, de tronco grueso y fuerte, para escuchar el canto de las
ranitas, esto la ponía contenta cuando venía muy triste de su trabajo.
Un día cuando una tormenta casi destruyó el
estanque, nació una pequeña rana, que salto del agua con una sonrisa
espectacular. Los ojos de la señora
magia estaban llenos de lágrimas, al ver tanta alegría de la pequeña, después
de la terrible lluvia, decidió regalarle un hermoso vestido, este vestido
tenía los colores del arcoíris y brillaba como un diamante. Era un vestido
precioso, con un resplandor inimaginable, que cuando lo miraban todos quedaban
asombrados. Desde ese día la señora magia no apareció más se fue a un viaje y
no la volvieron a ver.
Desde muy pequeña la ranita era muy inquieta,
pasaron semanas y la ranita del vestido crecía y se convirtió en una hermosa
señorita, pero muy traviesa y curiosa, siempre le gustaba estar ayudando a
todos, arreglaba las hojas del estanque, acomodaba las camas de los bebes en el
agua.
Cierto día le llamó la atención una flor grande que
había crecido en una esquina del
estaque, era una flor preciosa blanca como la nieve, y su tallo era verde como
las hojas que rodeaban el estanque. Aquella flor tenía mucha comida pegada, la
boca de la ranita se hacía agua solo con verla, sus ojos brillaban como el agua
del estanque cuando el sol la calienta. Muy lentamente se acercó y la saludo con voz fuerte.
-
¡Qué tal amiga!- saludo la ranita con una enorme sonrisa
La flor se dio la vuelta desconcertada.
-
¡Qué extraño! -pensó- ¿Alguien me saludo?
- Soy yo- gritó la ranita
- ¿Es a mi? -dijo la flor
-
Dime ¿porque nunca te había visto por aquí? -Dijo la ranita
-
Es que apenas y sobresalía de la hierba, ahora estoy grande y me pueden ver
todos.
-
Sabes eres muy linda, ¿que son esas cositas pegadas en tu copa? -Dijo la
ranita.
-
Son moscas golosas que les gusta mi color y mi sabor- dijo la flor
Como era tarde la ranita haciendo un gesto con la
mano se despido.
La ranita muy alegre mientras se alejaba un
olor muy extraño la detuvo. Así que se
regresó y abrió las hojas que rodeaban la flor
y observó, su mirada se quedó paralizada por el momento, no creía lo que estaba viendo,
estaba asombrada. No podía creer lo que había al otro lado.
Aquel estanque era precioso tenía muchas hojitas
verdes en la superficie, un color de agua perfecto y además estaba rodeado de
flores e insectos muy apetitivos.
Al siguiente día, muy temprano decidió ir a nadar a
ese charco, cogió su terno de baño y equipo de bucear y emprendió su aventura.
Cuando la ranita
estaba por entrar al estanque, la flor se lo impidió.
-
¡No puedes ir a ese charco, es muy peligroso para una ranita inexperta como tú!
-
Yo soy muy fuerte y no me pasara nada, además yo conozco todos los peligros y no me va a pasar nada –respondió
enojada la ranita.
Y muy apresurada siguió su camino, en ese momento
no había nadie todo estaba en silencio,
sus piernas le temblaban de alegría quería ya sentir el agua, no podía creer
que estaba en aquel lugar.
Rápidamente se sacó su vestido y se puso su terno
de baño, como estaba muy ansiosa por entrar a nadar en el charco y sin darse
cuenta dejo su vestido en el suelo, donde el barro y las piedras podían
destruirlo.
La ranita dio un clavado y puash el agua rebotó.
Estaba deliciosa, podía sentir como una
cobija tapándola y refrescándola, la ranita hizo maromas y acrobacias, parecía
una verdadera artista de circo. Como había muchas delicias no sabía ni que
comer, así que devoro todo cuanto se le pasaba por enfrente, sin duda, la
ranita estaba muy contenta.
Como la noche comenzaba aparecer y la oscuridad no
le permitía ver, salió del agua, se quitó el los traje y se puso el vestido,
que estaba muy manchada, casi no se distinguían colores, pero eso no le importó
y corrió hasta que llego hasta la flor que no le dijo nada solo la miro
fijamente.
La ranita no le dijo nada y de dos brincos estuvo
en su casa.Eso paso una y otra vez, la ranita salía muy
temprano y regresaba muy tarde. Cuando llego a la esquina donde al flor pasó
algo singular.
La flor no aparecía, ya no había nada, La ranita
preocupada, la busco pero sin tener ningún resultado, no sabía la razón de
porque su amiga no aparecía.
Así que muy triste siguió su camino al lago. Las
lágrimas de la ranita corrían por su cuerpo mojando su hermoso vestido,
recuerda que la última vez ella le advirtió que no fuera al otro lado y no le
hizo caso.
Estaba
parada en el otro charco de agua,
pasaron las horas y ranita no tuvo valor para entrar en el agua, se quedó
sentada a un lado del agua, cuando de repente un sonido extraño la enmudeció.
No podía ver nada, quiso alejarse pero el lago la detenía, de pronto.
De un salto lo esquivo la pequeña ranita, pero no
escapo otra vez. La ranita estaba en una cueva muy oscura y no podía ni respirar. Muy desesperada comenzó
a patalear, pero el sito estaba muy resbaloso. Y pum se prendió, no quería
terminar como su amiga la flor, así que ideo un plan, como estaba puesta su
vestido de colores que iluminaba decidió sonreír y el vestido mágico se prendió
enseguida los colores del arcoíris se
prendieron, y la luz ilumino el sitio, rápidamente con saltos muy grandes la ranita avanzo y
salió de aquel lugar, corrió y corrió hasta llegar a su casa y se sintió feliz.
La ranita nunca más regreso a ese lugar, y vio a lo
lejos que otra flor estaba creciendo en la esquina del estanque, así que vivió
feliz en su casita. Al parecer su vestido la salvo y nunca más se lo quitó.